SOFÁ Y SILLONES

Inglaterra, primera mitad del siglo XVIII
Madera tallada, ensamblada y barnizada. Cañamazo de lino bordado con hilos de lana en punto de cruz

 

Un sofá y dos sillones

Los detalles que más llaman la atención de estos muebles, un sofá y dos sillones, son las cabezas de pato que rematan sus brazos, lo que es muy poco común. Si se siguen observando las tallas se encuentran hojas de acanto en los postes que sostienen los brazos y, más abajo, otros motivos vegetales en la parte superior de las patas y unas garras que parecen sujetar unas esferas en la parte inferior de las mismas. En concordancia con estos elementos ornamentales las líneas de los muebles son en su mayoría curvas. Lo anterior habla de tres cosas, la habilidad del ebanista que los talló; el gusto por los motivos de la naturaleza y una característica particular de una región. Por todas estas características se puede afirmar que estos muebles pertenecen al estilo inglés Reina Ana, que estuvo vigente durante las primeras décadas del siglo XVIII, aunque su influencia se dejó sentir hasta más tarde.

Las tapicerías de los asientos, respaldos y descansabrazos están bordadas en punto de cruz con hilos de lana sobre una tela de cuadrille, o cañamazo de lino o cáñamo. Aunque los colores están un poco apagados por el paso del tiempo aún se pueden ver un fondo rojo; además de tonos del mismo color, vedes, azules, amarillos, naranjas, grises y cafés. Las composiciones son arreglos florales, que surgen de jarrones o cornucopias (cuernos de la abundancia) e incorporan hojas, flores, frutas y aves simplificadas.

 

La conformación del estilo Reina Ana

A lo largo de la segunda mitad del siglo XVII los ebanistas ingleses fueron asimilando la influencia de los muebles barrocos que llegaban a las islas británicas desde Europa, en especial desde Italia, Francia y Holanda. Estos habían dejado atrás las líneas rectas y la masividad del mobiliario renacentista y habían incorporado elementos naturalistas, por lo general vegetales en sus tallas. Durante las primeras décadas del siglo XVIII se incorporó al mueble inglés la pata cabriolé o pata de garra, típica de los muebles barrocos; además de los otros elementos naturalistas que ya se habían asimilado durante la centuria anterior. Así mismo los tallistas anglosajones incluyeron en su repertorio de motivos  las cabezas de aves, entre las que estaban las de patos y loros y que son elementos muy propios.

 

 

Por otro lado, los artesanos británicos poco a poco abandonaron el uso tradicional de la madera de roble y empezaron a utilizar la madera de nogal, que era más apropiada para el nuevo tipo de trabajo. Lo que permitió técnicas más complejas y refinadas tanto de tallado como de ensamblado.

Con todas estas influencias el estilo Reina Ana es el resultado de la asimilación y adaptación al gusto inglés de los elementos del mueble barroco europeo y se caracteriza por la madera de nogal tallada y barnizada; la ausencia de molduras; el uso moderado de líneas curvas en la estructura del mueble; la asimilación le la pata cabriolé; el tallado de hojas de acanto, motivos vegetales y conchas; además de la incorporación de elementos naturalistas propios. Así mismo, incorpora tipologías nuevas al antiguo repertorio inglés de mobiliario entre los que están el sofá y el sillón, que sustituyeron a las banca y a la silla de brazos.

 

La tapicería

Vale la pena detenerse en la tapicería bordada de un estilo inconfundiblemente inglés, por la técnica que utiliza, el punto de cruz compacto hecho con hilos de lana sobre un cañamazo de lino; la estilización de los elementos ornamentales simplificados y ajustados sutilmente a una cuadrícula y con matizados de tonos simples.

 

 

El tapizado de mobiliario con telas bordadas en Gran Bretaña es una tradición que se remonta al siglo XVI, e incluso antes. En ese entonces se forraban muebles de pequeño formato o el interior de algunas cajas. Uno de los temas predilectos era el Paraíso Terrenal y derivado de este las composiciones florales, como las que adornan los respaldos y asientos de este sofá y estos sillones. La presencia de tapizado en este conjunto obedece a dos factores. Por un lado, es una reminiscencia de una antigua tradición local que estaba a punto de desaparecer y por el otro es el anuncio de los muebles tapizados del estilo Chippendale. Lo que hace a este juego algo muy raro y muy importante en la historia del mueble inglés.

 

Unos muebles burgueses

Por sus materiales y el trabajo que implica su manufactura estos muebles son caros y no estaban al alcance de la mayoría de la gente, pero tampoco son muebles de primera línea. No son muebles cortesanos, no poseen dorado ni policromía que adornen su madera; no están tapizados con seda ni están ornamentados con complementos de bronce bañados en oro y su presencia en palacios reales o nobles sería impensable. Estos son muebles burgueses.

La burguesía, que había surgido en las ciudades europeas de finales de la Edad Media. Ésta estaba bien consolidada en Inglaterra a principios del siglo XVIII y la integraban artesanos de prestigio, profesionistas y, sobre todo, comerciantes. Ninguno de ellos tenía suficiente dinero para construirse un palacio dotado con objetos de gran lujo, pero si tenían recursos para acondicionar sus casas con objetos suntuarios, que además de proveerles de comodidad y belleza eran referentes de prestigio social. Las habitaciones de estas casas eran el lugar donde se encontraban muebles como los que aquí se estudian.

 

 

A principios del siglo XVIII, como ahora, la belleza de una habitación dependía de los objetos que contenía por eso empezaron a elaborarse muebles a juego, que compartían las mismas características estilísticas y que a su vez armonizaran con los demás objetos con los que compartían el espacio, entre ellos porcelanas chinas y japonesas, alfombras orientales, pinturas de formatos pequeños y medianos piezas de peuter y plata y cortinajes.

La comodidad era algo muy apreciado en los hogares burgueses. Es por eso que se sustituyeron las antiguas y rígidas bancas y sillones de brazos por muebles con asientos mullidos y cálidos como estos.

La presencia de un juego de mobiliario tan raro como este es una gran fortuna para cualquier colección, pero lo es más al estar fuera del ámbito británico al que pertenece. Por ello enriquece de una forma muy especial el acervo del Museo Arocena.

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