EXVOTO A LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS

Exvoto a la Virgen de las Angustias Nueva España, c. 1770 – 1780 Óleo sobre tela Fundación E. Arocena / Museo Arocena

Sub tuum praesidium

El himno más antiguo dedicado a la Virgen María es el Sub tuum praesidium y fue compuesto alrededor del año 250. «Praesidium» en el lenguaje militar romano es «asistencia o refuerzo militar en tiempo de guerra. Fue escrito en griego y las versiones más antiguas se encuentran en copto, siriaco, armenio y latín.

Bajo tu protección nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!, Amén.

 

Por Marcela Zapiain González

Una mujer esta recostada en una cama, entre sus manos tiene una figurilla como un muñeco, junto a su lecho un personaje de pie, y en lo alto, entre nubes, otras figuras. ¿De qué se trata esta pintura? ¿Qué podemos saber de esta saturación de elementos y detalles?

 

Exvotos

Esta pieza es parte de la tradición de las ofrendas votivas, objetos que mediante un voto o promesa se daban a una deidad con el fin de obtener algo que se consideraba inalcanzable: un milagro. En el cristianismo esta tradición fue asumida y se orientó a agradecer la intervención de Dios o la mediación de los santos.

El exvoto que ahora nos ocupa es pictórico, tipología que emerge a finales de la Edad Media. Los primeros exvotos pictóricos, también conocidos como retratos de donantes, mostraban al oferente o beneficiario del favor divino, junto con una figura sagrada. Estas obras eran privilegio de nobles y clases altas.

Piedad (n° 1897)
Anónimo
Marfil y madera tallada y policromada
Siglo XVII

Esta escultura muestra, tal como aparece en el exvoto, la imagen de Cristo muerto completamente extendido sobre el regazo de su madre. La palidez del cuerpo y la posición acentúan el dramatismo que quiere mostrar.

Más adelante, los exvotos pictóricos adquirieron el carácter de una narración, una sucinta historia visual, volviéndose paulatinamente accesibles a la burguesía.

En el virreinato de la Nueva España alcanzaron gran popularidad en el siglo XVIII, para en el siglo XIX, con el inicio de la utilización de la hoja de lata como soporte pictórico, convertirse en una forma de expresión popular, en agradecimiento de las más diversas y apremiantes necesidades.

En el exvoto de la Colección Arocena observamos algunas características comunes a otras obras de este tipo y algunas particularidades. Señalemos los rasgos que comparten: el oferente se muestra en el escenario donde acontece la desgracia y el milagro; en otro plano, se muestra plásticamente a Dios o el santo o santos mediadores de la gracia, y suele acompañarse de un texto al pie. Todos esos elementos aparecen en esta pintura.

Ahora las particularidades.

 

El santo al cielo

En la parte alta de nuestra obra, en el plano que llamaremos celeste, contemplamos tres figuras: la Virgen de las Angustias, el Santo Niño de Praga y la Virgen del Carmen. Se trata de tres devociones ampliamente extendidas en ámbito hispano, a las que los fieles les han encomendado las más variadas cosas. A la Virgen de las Angustias, un cronista del siglo XVIII la llamó «refugio de todas las aflicciones» (Leal), al Santo Niño de Praga se acogen las embarazadas y la Virgen del Carmen se considera intercesora de las ánimas del purgatorio.

El Santo Niño de Praga tiene su culto en esa ciudad, pero se sabe que es una escultura de origen español del siglo XVI, que una leyenda piadosa supone alguna vez perteneció a Santa Teresa de Ávila y que pasó de padres a hijos en la familia Manrique de Lara, duques de Nájera, hasta su donación a los padres carmelitas de Praga en 1628 (Niño Jesús de Praga, s.f.).

 

¿Qué son los exvotos?

Se consideran parte de los ritos propiciatorios y de acción de gracias en muchas religiones. Son una forma de pago simbólico o de sustitución. Algunos tienen un valor por sí mismos, son joyas, oro, plata, cera de abeja.
Otros son valiosos solo desde un punto de vista: son cabellos humanos, ramos de novia, diplomas; otros más son objetos que hacen patente del paso de la enfermedad a la salud: férulas, muletas, vendajes. También hay un amplísimo repertorio de representaciones más o menos sintéticas a las que se ha llamado milagros o milagritos, que muestran piernas, ojos, corazones, animales, figuras humanas. Y otro gran conjunto de exvotos son pinturas, dibujos y fotografías, acompañadas o no, de un texto.

De estas tres imágenes, una de ellas resultó ser especialmente importante para documentar nuestra obra: la Virgen de la Angustias. Esta figura es una Piedad, es decir, la representación de la Virgen con Cristo muerto en sus brazos, pero no es una representación genérica, sino una Vera efigie, un verdadero retrato. Logramos localizar un grabado fechado en 1768, del que se copian la disposición, elementos y pliegues de las ropas. Aunque existen numerosos grabados de esa advocación granadina, la pintura se ajusta sólo a ese grabado. Es casi seguro que las otras imágenes también tengan un referente plástico previo, un grabado o una pintura, no ha sido posible localizarlos, aún.

 

En la tierra como en el cielo

En lo que denominaremos plano terrestre, donde yace la oferente en la cama, hay una figura que la acompaña. Se trata de la representación del Divino Pastor que reconocemos por el báculo, la oveja a sus pies, las espigas de trigo en su mano y porque su cabeza esta nimbada por un ligero resplandor. Aunque no es una representación frecuente de esta advocación, también hemos localizado un referente visual de esta devoción que fue tan popular en del siglo XVIII. Esta figura “irrumpe” en el plano terrestre, disolviendo la habitual separación de la que hablamos líneas arriba.

Además, entre las manos de la mujer, observamos la representación de una escultura de San Antonio de Padua con el Niño y en la cabecera de la cama, un medallón con la Inmaculada Concepción.

FRANCISCO MONTANO Nuestra Señora de las Angustias de Granada España, 1768 Grabado calcográfico Impresión en papel

 

El artista y la obra

Los exvotos se consideran un género menor en la pintura, a caballo entre la pintura religiosa y el retrato. Aunque el retrato no es detallado, el autor sí quiere darnos una idea aproximada de la oferente. Es espacio donde acontecen los hechos esta apenas esbozado pero el artista ha intentado darle profundidad mediante la perspectiva que se nota en la puerta de la habitación, aunque el punto de fuga parece no coincidir entre al mobiliario y el espacio arquitectónico.

La multiplicación de devociones en esta pintura, como representación de objetos con consistencia física en el plano terrestre y como símbolo, en el plano celeste, hace más patente el sentido de urgencia de las plegarias

En la iconografía católica es frecuente representar en más de una forma a un mismo personaje – la Virgen o Jesucristo-, lo que podemos interpretar como veneración por el icono o advocación al que se vincula un poder taumatúrgico especial.

En el plano terrestre hay también numerosos detalles que enriquecen la lectura que hacemos de esta obra. La oferente es una mujer blanca e incluso parece rubia, la cama es amplia, con cabecera y dosel con guardamalletas, dos patas en forma de garra asoman bajo las mantas. Comparándolo con otros exvotos donde se presentan contextos domésticos, podemos señalar que el uso de camas tan ornamentadas es infrecuente, lo que permite inferir que se trata de una mujer española o criolla, presumiblemente rica. Otro detalle también elocuente a este respecto es que la mujer tiene la escultura entre las manos, lo que no solo habla de devoción, sino del acceso que sólo las clases privilegiadas tenían a tocar los sagrados originales, como forma de veneración y de rogativa. Finalmente, las joyas que porta la dama, pendientes largos, posiblemente perlas y una gargantilla de cinta de terciopelo negro -de moda en el siglo XVIII- permiten apoyar esa suposición. 

De la otra narrativa, la del texto que acompañaba y permitiría una interpretación más completa de lo que la pintura muestra -la enfermedad, la fecha, los nombres-, poco podemos decir, es casi ilegible. Solo hacer notar que, sobre la cama, una banda de tela también contenía una inscripción.

En su conjunto esta pintura muestra parte del repertorio devocional de una época y expone las angustias de las mujeres ante el parto y la muerte.

La multitud de pequeños detalles en el mobiliario -las patas de garra de la cama, populares a partir de 1760-, las joyas, en uso durante la segunda mitad del siglo XVIII y finalmente la efigie de la Virgen de las Angustias de Granada tomada de un grabado fechado en 1768, nos permiten situar con seguridad nuestro exvoto en el último tercio del siglo XVIII, al inicio de lo que será una autentica fiebre por los exvotos pictóricos en el siglo XIX en México.

 

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